Creemos que la base de una buena cocina está en la calidad de los ingredientes. Por eso, desde el primer día decidimos apostar por productos de proximidad, seleccionados con cuidado y con un criterio muy claro: ofrecer autenticidad y respeto por el territorio.

El proceso de elección comienza conociendo de cerca a nuestros proveedores. Trabajamos con agricultores, ganaderos y productores locales que comparten nuestra misma filosofía: cuidar la tierra y ofrecer productos frescos, sabrosos y con historia. Nos gusta saber de dónde viene cada alimento, cómo se ha cultivado o criado y qué valores hay detrás de cada cosecha.

La proximidad no es solo una cuestión de kilómetros, sino también de confianza. Elegimos ingredientes que han crecido con el ritmo natural de las estaciones, sin prisas ni procesos artificiales. Así aseguramos que cada plato que sale de nuestra cocina tiene el sabor real de los productos de temporada.

Este compromiso nos permite ofrecer una carta viva, que evoluciona a lo largo del año y que refleja los colores y aromas de cada momento. Además, al elegir productos locales contribuimos a fortalecer la economía de la zona y a reducir el impacto medioambiental del transporte.

Cuando te sientas a la mesa, no solo disfrutas de un plato cocinado con pasión, sino también de un pedacito de nuestro entorno y del trabajo de muchas personas que ponen dedicación cada día. Así es como entendemos la cocina: un puente entre la tierra, la gente y el paladar.